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lunes, 11 de junio de 2012

Hera, Zeus y Eco: El triángulo de la celotipia.




What a wicked thing to say, you never felt this way.
What a wicked thing to do, to make me dream of you and,
I want to fall in love…
Chris Isaak - Wicked Game[1]

Eco era una mujer joven de una belleza y una gracia sublimes. Su físico envidiable acompasaba un despliegue de gozo y alegría. Mantenía un trato gentil y un diálogo siempre afable: “de su boca salían las palabras más bellas jamás nombradas … las palabras ordinarias se oían de la forma más placentera”[2]. Hera [3], su madre, muestra una fascinación especial. Concibe a su hija como una extensión glorificada de sí misma y la encarnación de “lo que siempre quiso ser”. Eco simboliza la voraz sed de renacer de Hera, el deseo de huir, de fundirse en una nueva piel con una delicada y renovada gracia. Eco es deseable, amable, envidiable. Su madre le trata como a un objeto sexual. Los lazos entre ellas se cargan de un erotismo intenso. Conforman una
diada tan poderosa que Zeus es rechazado, no tiene sitio, es invisible, indeseable, repulsivo. Es depositario de todo lo negativo y significa lo impuro.

Zeus enfrenta una brutal paradoja - su esposa está entregada a otra mujer, su hija Eco – Este es el sentido máximo de la retaliación, ser “engañado” en el amor erótico al ser desplazado por el amor filial. Ante tal encrucijada Zeus es derrotado y se pregunta - ¿Qué son los celos? - Acaso ira, repulsión, frustración, incertidumbre, vergüenza…. Estas emociones ¿contra quién las va a descargar?

- ¿Contra Hera? - Ella está cumpliendo su rol de madre.

- ¿Contra Eco?- Su amada hija, carne de su carne.

Así que, en él más profundo sentido de autoconservación, Zeus se permite nuevamente ser descubierto manteniendo una relación extramarital.

En medio de este alud de sentimientos es difícil afirmarse. En definitiva, “el hijo idealizado” interviene la dinámica de pareja y lo hace como un tercero al que se le desplazan los cuidados y afectos erotizados. Probablemente la comparación con una relación extramarital pueda ser considerada como excesiva, inequitativa y tramposa. Algunos segmentos feministas podrían argüir que la maternización es una tarea biológica de la más alta jerarquía filogenética y estarían en lo cierto. Sin embargo, desde el punto de vista etológico, “la monta” de la mayor cantidad de hembras durante el periodo de celo y maternizaje, de la misma forma, es una tarea biológica superior y para los machos la crianza, es una tarea que viene en descarga e incluso lo exime de su presencia dentro de la manada. Ante tal encrucijada, hay que asumir que la vivencia de “infidelidad” en el ser humano no cruza necesariamente por los instintos, repta peligrosamente en la ciénaga de la fantasía.

Es casi una evidencia incuestionable, que el varón rara vez perdona la infidelidad, el peso recae en su totalidad sobre la mujer. En Latinoamérica, un hombre que sorprende a su esposa manteniendo relaciones extramaritales la culpa; Una mujer cuyo esposo tiene relaciones extramaritales, culpa a la “otra” mujer o se culpa así misma. En ambas circunstancias, tanto las mujeres como los hombres, refieren el abandono emocional como argumento principal[4].

Por siglos y en varias culturas el adulterio femenino está hipermoralizado, a tal grado, que se ha considerado un atenuante que difícilmente se cuestiona. En el oriente medio justifica incluso el homicidio, ya que “se considera afrenta directa contra el honor” y un “hombre mancillado” regularmente está fuera de sí y “hace saber que sabe" le es conferido el "derecho de reivindicarse”, no así la mujer, a quien se le recomienda resignación, paciencia y reconquista. El hombre en gran parte de los casos, actúa de forma única y violenta, abandona, castiga o incluso mata. La mujer calla, agazapa el dolor por años y toma de rehenes a los hijos para debilitar y devastar al adultero.

Ante el adulterio de Zeus, Hera muestra una necesidad de reconquista, una vehemencia por retenerlo e interpone a Eco como objeto de venganza. Este triangulo, injustificable, es común en la clínica de pareja en nuestros días. 




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