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viernes, 22 de junio de 2012

Hera (y Zeus)




“I need an easy friend
I do... With an ear to lend
I do... Think you fit this shoe
I do... But you have a clue?”
Nirvana - About A Girl[1]

Estaba comiendo en el lugar habitual en la mesa de siempre. Me sentía relajado y satisfecho después de las sesiones de jueves por la mañana.

Llama mi atención la mujer de la mesa de enfrente. Discutía con su pareja.

Ambos bien vestidos. Impresionaban empleados de aseguradora o bancarios.

Ella de tez blanca, delgada y rasgos finos, no rebasaba los 25 años de edad.

Él me daba la espalda, sin embargo por la cantidad y el color del cabello impresionaba por lo menos 10 años mayor que ella.

Ella mantenía fija la vista en él. Sus párpados se tensaban
progresivamente mientras fruncía el ceño.

En el lapso de aproximadamente 15 minutos, ella incrementó el volumen y la velocidad de la voz. El
tono se agudizaba.

En los minúsculos lapsos donde él trataba de interpelar, ella cerraba la boca y el maxilar inferior se proyectaba hacia adelante. Tensaba los labios, que al adelgazarse palidecían hasta prácticamente desaparecer. A momentos, ella, se mordía el labio inferior.

Él bajaba el tono de la voz y se flexionaba hacia adelanta.

El incremento de la velocidad respiratoria de ella era evidente desde lejos.

Mientras él hablaba ella reaccionaba de forma negativa dando muestras de estar a la defensiva.

Tensa los párpados. Sus ojos parecían entrecerrados.

Él sigue hablando.

Ella retrocede y sus hombros se contracturan. Las narinas se ensanchan. El cuello se tensa. El tórax se expande y un clonus es evidente en su antebrazo derecho. Desciende los brazos lentamente. De soslayo mira la salida.

Un acto violento es inminente.

Se levanta intempestivamente. La silla donde ella estaba sentada hace unos segundos cae. Se escucha el sonido de un vaso que cae al suelo. Le pega en la mejilla izquierda con la mano abierta. Salen volando un par de anteojos.

Ella sale del restaurante. Mira hacia adelante con el cuello firme. Pocos le observan. Nadie la detiene.

Él se cubre la nariz con la servilleta. Está sangrando. Deja varios billetes sobre la mesa. Mira hacia abajo. Deja sus lentes en el piso. En definitiva se siente avergonzado. Todos le observan. Nadie le asiste.

Sigo comiendo.

En Hera prevalecen todos aquellos rasgos violentos que se asumen como masculinos. En definitiva también hay mujeres perversas, acosadoras, dominantes, mezquinas e incluso abiertamente violentas; sin embargo, el ejercicio de la agresividad de la mujer en contra del hombre se tolera, incluso se acepta y no se sanciona en la situación que presencié

- ¿Qué hubiese sucedido sí el varón abofetea a su pareja en las mismas circunstancias? ¿Nadie se hubiese involucrado? “El agresor” hubiera podido abandonar el restaurante “tan campante” ¿un “salvador” o varios hubiesen equilibrado la contienda?

¿Es lo mismo acosar a un varón, insultarlo e incluso abofetearlo que acosar a una mujer, insultarla y darle un puñetazo?

- En el evento que relaté inicialmente, la lesión resultante pudo ser simple epistaxis, fractura del tabique nasal y riesgo de lesión ocular traumática por el impacto contra los anteojos. El mismo tipo de golpe de un hombre en contra de una mujer pudo resultar en simples hematomas, fractura orbital y/o maxilar, con el riesgo de traumatismo cráneo encefálico.

La interpretación del acto agresivo durante mucho tiempo se ha restringido a la huella en el cuerpo femenino. En este caso, cada incidente agresivo, aunque sea único, debe tomarse seriamente y ser atendido. En contrasentido, en caso de que el varón sea víctima de violencia, generalmente se considera como un acto de reivindicación femenina


– Algo le habrá dicho, por eso lo abofeteó, qué bueno que ella se defendió... se lo merece el cabrón para que no le vuelva a faltar el respeto a una dama -

Se pretende disociar ambos fenómenos postulando que la intensidad del ataque y el género son factores determinantes. La discusión deja de lado que cualquier dinámica agresiva al interior de la pareja pretende generar daño, el mayor posible o calculado, con el objeto de debilitar o aniquilar al otro, por considerarle un obstáculo para el ejercicio de poder inequitativo. Regularmente los ataques son reiterados, bidireccionales, la frecuencia varía y los procesos son circulares.

No justifico las bofetadas ni los puñetazos, sin embargo he conocido a mujere que asesinan a su pareja y son víctimas y viceversa. Determinar quien es el que maltrata y quien es la victima depende de quien teme a quién, quién busca y al final del día consigue dominar.


¿Eres el tipo de mujer que acostumbra abofetear a tu pareja?

Agradeceré los comentarios al presente texto.

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