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jueves, 10 de marzo de 2011

Culpable Presunto



When personality is scar tissue 
We travel south with this use 
I'm subtle like a lion's cage 
Such a cautious display 
Remember take hold of your time here 
Give some meanings to the means 
To your end 
Not even jail 
Interpol - Not even Jail[1]

Hace algunos días, una colega regiomontana preguntó mi opinión del documental “Presunto Culpable” a través de un mensaje de twitter. Infirió que había visto el filme, cosa que no hice y no pienso hacer, pues considero firmemente que no voy a ver nada que no haya vivido en las visitas que realicé al Reclusorio Sur, al Norte, a Neza Bordo y al CEFERESO de Cuernavaca.

Son varias las caras que cruzan por mi mente: La de una indígena guerrerense de la tercera edad, cuyo rostro estaba curtido por el sol, sentada observando el cielo y muda pues poco entendía español, fue detenida por vender huevos de tortuga a pie de carretera y sinceramente dudo que supiera que ello implicaba un delito; Un hombre originario de Santiago Tilapa Estado de México, de tez morena y resignada, detenido y condenado a 15 años de prisión por cortar leña en una zona federal  para calentar su precaria vivienda. Recuerdo también al “Payaso”, un chico en condición de calle adicto a solventes, detenido por un  homicidio que se cometió cuando él estaba “anexado”. Un padre de familia aterrado, con severos ataques de angustia, recluido en un dormitorio donde “habitaban” 15 personas, que se dedicaba a la compra y venta de chatarra para reciclaje, adquirió un lote de tres toneladas de desperdicio que  contenía sólo un chasis de un auto robado y que llevaba 1 año esperando sentencia. Pensemos en  Teresa González y Alberta Alcántara que estuvieron 4 años presas por secuestrar a 6 agentes federales[2]. Los Presos de conciencia Manuel Cruz, Orlando Manzanarez, Natalio Ortega, Romualdo Santiago y Raúl Hernández[3], también indígenas. Sin olvidar a Raúl Hernández Abundio[4] y todos aquellos hombres y mujeres presos y consignados por el conflicto de Atenco[5].


Recuerdo el acre aroma de los penales, la angustia que va creciendo mientras cruzas los controles y escuchas como se cierran los cerrojos. El derecho que se le otorga a los custodios para ordenarte que te “encueres y te agaches”. La mirada de odio cuando cruzas por los pasillos, el trato siempre prepotente y severo de los uniformados, y el consumo de drogas sin inhibiciones. Ahí dentro se distingue rápidamente “quien se la sabe, de quien no”. Se establece una cadena alimenticia y un ecosistema beige mezclado con el gris de la desesperanza.


En México es fácil caer en el lazo del cazador que inicia desde los patrulleros, los abogados, los Ministerios Públicos, los jueces y cualquiera que se encuentre sentado detrás de un escritorio en la Delegación. Todos ellos representan el hilo que te sostiene para no caer en el infierno ser “culpable”. Este hilo de sostén es tan grueso ó tan delgado como lo sea tu cartera. Desde el momento de ser detenido hasta el día final de una sentencia, todo tiene un precio que debes de pagar – de una forma ó de otra – En nuestro país es de todos conocido que esto sucede a diario y a cualquiera.


Lo que me llama de sobremanera la atención son las voces que alarmadas reclaman la necesidad de reformar el sistema penitenciario.  Esta hipocresía es tan antigua como la construcción de la primera cárcel en México. El falso debate sale a la luz sólo cuando se afectan intereses cupulares[6] ó como en Chile que un incendio calcinó a más de 81 reos[7].


Foucault señala que  los muros de las prisiones  representan externamente el “cuerpo judicial” y por dentro “el cuerpo social” cuyo engranaje “reparte a los individuos, los fija, los distribuye espacialmente; los clasifica, obtiene de ellos el máximo de tiempo y el máximo de fuerzas, educa su cuerpo, codifica su comportamiento continuo, forma en torno al sujeto un aparato de observación… con el objetivo de volverlos dóciles y útiles”. Sin embargo desde su origen, el aparato institucional mostró asimetrías, los supuestos básicos que transformarían a los individuos dóciles y aptos moralmente muchas veces los torna agresivos, resentidos, ociosos. Modifica su actitud y no genera habilitación alguna debido al exceso de custodios y prisioneros que viven el uno para el otro.


La reforma de los sistemas penitenciarios  es casi contemporánea a la creación de la  prisión misma. El ánimo reformista que se encuentra encarcelado a la par de los sujetos es el último aliento.


            La cárcel nació tras la incompetencia de los diversos modelos económicos para procurar a los individuos equidad social, seguridad económica, acceso a satisfactores. La reacción primitiva es reivindicar estos derechos en base a la “fuerza” lo que se denomina “crimen” y la respuesta social humanitaria contra los delincuentes que reemplazaba de manera más civilizada la humillación pública: la tortura, la mutilación y la pena de muerte son la institucionalización, la creación de microcosmos gobernados por las fuerzas primitivas del ser humano.


            En México la sociedad tiende a demandar un castigo cruel. Por lo que nuestro sistema penitenciario refleja que somos corruptos, sin planeación estratégica a largo plazo y que se legisla en materia de recrudecimiento de sentencias. El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados presentada a los legisladores, reveló que más del 40% de los reos no tiene una sentencia, que hay estados con cárceles con más del cuatrocientos por ciento de sobrepoblación, y que hoy por hoy, es muy cara la manutención de los reos, “el sistema penitenciario evidencia su incapacidad para contribuir a la reinserción social de quienes cometieron algún delito (…) es un sistema persecutorio y no reparador del daño”[8], apunta el documento “existen múltiples evidencias que ilustran que las cárceles castigan más a los pobres y delincuentes menores; que en el interior de los penales existe gran corrupción, y que predominan condiciones de saturación y hacinamiento en la gran mayoría de ellos. Estos fenómenos provocan prácticas delictivas entre los internos, autogobiernos, planeación y ejecución de hechos delictivos desde el interior de los penales”, detalla el estudio. El CESOP identificó tres áreas de vulnerabilidad en el sistema penal: la sobrepoblación, uso intensivo de prisión y cárcel para castigar delitos menores.


Adela Micha, el 24 de febrero del presente año a  través de Twitter comenta:   “Acabo de ver "Presunto Culpable " extraordinario documento ! Estoy asqueada del sistema de justicia de este pais !!!! Que asco !” No seamos hipócritas, el documental “Presunto Culpable” es el mismo caso que el de Roadney King[9], siempre suceden estas vegaciones, todos lo sabemos, la única diferencia es que fue videograbado.

En conclusión conocidos ya todos los inconvenientes de la prisión, teniendo claro que es peligrosa e inútil,  no se ve por qué reemplazarla…. “Que asco !”