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viernes, 22 de enero de 2021

Pareja Celosa

Con respecto a los celos, debemos considerar que cuando uno de los miembros de la pareja los manifiesta, nos encontramos frente a una “pareja celosa”, es decir que estos sentimientos no son patrimonio de uno de sus integrantes, sino que forman parte indisoluble de la pareja y de su interacción. Lo que sostengo es que los celos son un problema de dos, se juegan dentro de un vínculo con la participación de ambos miembros. Si bien uno de sus componentes puede (conscientemente) sentirse molesto u ofendido por los celos del otro, en el sistema inconsciente existe la gratificación de que alguien esté preocupado por sostener ese amor y con tanto miedo de perderlo.

Según Grinberg (1985), en la situación de celos, uno de los rasgos especificos es el sentimiento de humillación que invariablemente lo acompaña, debido al agravio que representa para la propia confianza y seguridad. La persona celosa cree profunda e inconcientemente que si no es amada, o le parece no serlo, es porque no es digna de ese amor. Suele reaccionar con furia y agresión para encubrir y contrarrestar sus sentimientos de humillación y culpa y la vivencia de carecer de cualidades y valores suficientes para merecer dicho amor. El peligro del abandono y la amargura del desamparo refuerzan, e incrementan el mecanismo proyectivo por el cual intenta aliviarse, odiando y condenando a su pareja o, en forma más desplazada, a su rival. La maldad, los defectos y la culpa se ven en el otro y se lo condena implacablemente por ello.

Domingo Caratozzolo

lunes, 18 de enero de 2021

SARS CoV 2, ansiedad y depresión


Parece incontrovertible que la pandemia está repercutiendo en la salud mental de numerosas personas en los países occidentales. Un metaanálisis publicado en Psychiatry Research afirma que la actual situación impacta a corto plazo en el estado de ánimo de la población, y sin importar el género, el grupo poblacional o la región en la que se habite.

Estudios previos, hace años, habían comprobado igualmente que los brotes de enfermedades infecciosas pueden asociarse con síntomas y trastornos tales como depresión, ansiedad, estrés postraumático o insomnio, tanto en los propios afectados, sus familiares, los trabajadores sanitarios o en otros miembros de sus respectivas comunidades.
También se ha acreditado que cuadros de estrés agudo y síntomas depresivos aumentaron significativamente en Estados Unidos correlativos al aumento de la mortalidad por COVID-19. En España, asumiendo que oficialmente ha muerto uno de cada mil ciudadanos, resulta casi imposible encontrar a alguien que no haya experimentado el daño de la epidemia en su propio entorno familiar o laboral, cuando no en primera persona.
También la información con tintes dramáticos sobre el COVID-19 que transmiten los medios de comunicación puede suponer un factor estresante secundario, asociado con el estrés agudo y los síntomas ansioso - depresivos.
Los humanos, a diferencia de otras especies, vivimos en gran medida calibrando las expectativas de futuro, intentando anticipar y planificar lo que ocurrirá más adelante. Cuando las incertidumbres sanitarias y económicas son tan altas como ahora -fruto de un fenómeno disruptivo en la historia reciente-, se agudiza la sensación de falta de control, y de ahí que aparezca en muchas personas sintomatología mental en el espectro de la depresión y los síndromes de ansiedad.
En resumen, la pandemia está mostrando una amplia capacidad de producir daño en el estado de ánimo de numerosas personas, hasta el punto de que hay quien ha afirmado que sentirse deprimido hoy día es más lógico que patológico y esa postura es crítica pues la ansiedad y depresión pueden volverse crónicas.
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