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lunes, 13 de abril de 2015

El goce a través del otro



La imposición global y salvaje de modelos económicos y políticos que obligan a formas técnicamente organizadas para incrementar la eficiencia productiva, promover el desarrollo educativo y revolucionar el proceso social pretenden enajenar, coartar y estandarizar la experiencia a través de la formación alienada de bases políticas. Aniquilando cualquier espacio en el que se intente el funcionamiento humano a través, del crimen organizado actúan como una entidad autónoma que se vale de la muerte. El Estado impone asentamientos humanos irregulares, dispersos y grises, de carácter emergente, temporales y democráticamente unificados mediante la violencia.

Ello catalizó la degradación y ruptura del lazo social construyendo familias emergentes que manifiestan roles debilitados, alterados, invertidos y funciones estructurales de formación y desarrollo psíquico disuelto. Las generaciones actuales están marcadas por la desesperanza. Los miembros de las familias emergentes sufren un proceso de desafectación (emociones debilitadas dominadas por el resentimiento hacia los miembros de la familia) y los vacíos desarrollados debido a la ausencia de funciones estructurales son capitalizados por las potencias, apariencias prefabricadas que imponen los estándares mórbidos del cuerpo, que aniquilan la formación de las funciones afirmativas del narcisismo e impone una voracidad pulsional que demanda ser saciada en la inmediatez: “no se trata de amar el objeto es la satisfacción”.

Sumando los sentimientos de culpa que los padres tratan de compensar soslayando los vacíos estructurales. Concientizan que deberían amar a sus hijos pero francamente los odian, niegan y paradójicamente refuerzan el sentimiento golpeándolos, denigrándolos, dándoles gusto en todo y convirtiéndolos en egoístas y calculadores. La ambivalencia constituye al perverso. La manera de relacionarse al interior de la familia categoriza a estas en rígidas, con dificultad de asumir los cambios como sujetos autónomos, autoritarios, sobreprotectores, lo cual no obtura el desarrollo, las que convierten a los hijos en el único tema de conversación viviendo solo para ellos, las familias permisivas, padres incapaces de disciplinar, familias inestables con padres carentes de metas comunes forman hijos inseguros con dificultad para dar y recibir afecto.

La erotización del odio los enfrenta a generar estigmas y satisfacción, el ejercicio de la violencia los satisface. Al interior de las familias emergentes, la cohesión se rige por una forma erotizada del odio. Pues la defensa perversa consistirá en sostener fantasmagoricamente la voluntad del goce desde una posición instrumental, práctica y enclavada en razonamientos culturales de educación. No deja de ser una defensa, una solución “perversa” pero solución al fin. Dicha voluntad es una defensa afirmativa que -a diferencia de la modalidad sustractiva que asume en el neurótico o, incluso, en el psicótico- hace honor al lema “no hay mejor defensa que el ataque”. Un ataque mostrativo, demostrativo, en una escena en la que necesita verificar la eficacia de su solución fantasmática y el posicionamiento instrumental que allí adopta.

Preámbulo

Personajes: Karina – hija, Laura – madre, Fernando- novio de Laura, Orlando – padre de Karina.

Hace unos días participe en una intervención familiar. Karina de 24 años recibió una oferta por Fernando, el novio de su madre quien mostraba un legítimo afecto por la joven. Él le ofrecía un departamento de lujo (en la zona donde ella en varias ocasiones comentó le gustaría vivir) con su madre, hermana, y hermano; la escuela privada, que su padre se había negado a pagarle, automóvil, ropa etc… La única condición que ponía Fernando era conocer a su novio, ya que sospechaba de agresiones. Advirtió a la joven que si algún día llegaba golpeada a la casa el acuerdo se cancelaba y que debía cumplir con reglas estructurales como respetar a su madre y horarios de llegada.

Karina se negó a cumplir horarios establecidos e insistió en sumar al acuerdo implantes mamarios, a lo que Fernando respondió “Hasta el término de la universidad”.

Fernando y Karina no tardaron en trenzarse en amenazas. Ella lo amenazó con llamar a Orlando, su padre, para golpearlo.

Tras tan penoso encuentro, Fernando declaró no sentir ningún afecto por Karina y traslado el trato a Laura “El trato te lo ofrezco a ti siempre y cuando Karina se quede a vivir con su Padre”, Laura argumentó que lo que Karina manifestaba era una total y franca rebeldía ante la autoridad, tratando así de minimizar los hechos, negándose a dejarla con Orlando. La madre dijo que Karina se había sorprendido de las actividades ilícitas de Fernando y que cuando trato de regresar sola a la casa del padre y él se lo impidió su mirada la aterro.

Fernando, alarmado y confundido expuso ante mi “Las considero más peligrosas que una 45 apuntándome en la cabeza, Vivimos en la época del cinismo en la cual debes soportar la miseria de los que amas sin pretender resolverla, al rechazar mi oferta seguirán infelices pero juntos. El rechazo de Karina al mundo ideal que le ofrecía fue una declaración de odio en contra de Laura, su madre y esta ruptura es el vínculo más fuerte que Karina puede sostener para seguir cohabitando con su padre Orlando quien le muestra desprecio y odio de forma abierta. El rechazo que le infringe Orlando determina la relación original con el padre y con la interpretación de su mundo interior por lo que el rechazo a Laura fortalece su vínculo y afirma sus fronteras interiores lo que le remite al rechazo y la renuncia a una modificación en lo exterior”.

Karina logra desinserción, traslada de Orlando a Fernando el objeto de odio-miedo-terror y lo rechaza radicalmente.

Fernando al imponer fuerza para contenerla propicia la ruptura a través del pasaje, al acto manifiesta violencia dimite el odio a lo expresamente legitimado como querido. Karina sitúa a Fernando como un sujeto criminal.

Los sujetos a través de pulsiones de muerte representan una lucha entre amor y odio, el sádico hace existir con su acto al masoquista, el perverso se hace instrumento del goce del Otro y él requiere que la víctima se encuentre dividida para ejercer la rigidez y frialdad que lo lleva a su propio goce.

Dr. Félix Aranday Cortés.
La ilustración:
In-Pulsión to Eden
Miroslaw J. Kin