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martes, 22 de febrero de 2011

Equidad más allá del feminismo




What else, what else is there to do?
oh and I know how you feel,
know you feel that you’re through.
Janis Joplin ► little girl blue

Aquella mañana me llamaron al área de observación de urgencias para atender un caso de violencia de pareja. Al llegar a la camilla encontré un hombre de 26 años de edad, de tez clara y complexión atlética. Un vendaje coronal le sostenía varias gasas con huellas de sangre fresca de entre las cuales brotaban mechones de cabello castaño claro que formaban “rastas” con la mezcla de yodo, sangre y tejidos de la reciente sutura.

Realmente me impresionó que estuviera neurológicamente íntegro ya que presentaba graves hematomas violáceos en ambos parpados los cuales prácticamente le impedían abrir los ojos. La nariz rota recientemente reparada evidenciaba que se trataba de una fractura expuesta. Los labios de tan inflamados y lacerados parecían un trozo de carne fresca sobrepuesto en medio del rostro. En la piel de la frente, en ambas mejillas, en pecho, espalda, codos y rodillas se observaban lesiones dermoepidérmicas (“raspones”) que hacían sospechar que aquél hombre había sido arrastrado. Presentaba máculas purpureas (“moretones”) en forma semilunar lo que presumía que había sido pateado en repetidas ocasiones. Mientras lo examinaba él hacía un esfuerzo por observarme. Lo miré de reojo y noté que la esclerótica era de un color rojo purpureo intenso por las hemorragias. La mirada era triste. Apenas me