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martes, 21 de junio de 2011

Alexitimia


Antecedentes Históricos

DESDE 1973 IMPRIME EL CONSTRUCTO TEÓRICO DE ALEXITIMIA QUE ETIMOLÓGICAMENTE SE COMPONE DEL GRIEGO A QUE SIGNIFICA SIN, LEXIS PALABRA Y THYMOS EMOCIÓN, ES DECIR “SIN PALABRAS PARA LOS AFECTOS”

El concepto de Alexitimia se desarrolló a partir de la observación clínica de pacientes con trastornos psicosomáticos que mostraban una alteración en la expresión verbal y simbólica de las emociones.

Posteriormente, diversos autores plantearon que la alteración del dominio cognitivo-emotivo promovía la activación de vías autonómicas, lo que contribuye a la expresión de síntomas inespecíficos. A la luz de esta observación, el término alexitimia designa la incapacidad de hacer corresponder las palabras con las emociones y el correlato neurobiológico de las mismas.

En 1949 Mc Lean propuso que en los pacientes psicosomáticos debía existir un trastorno funcional que perturbara las reacciones entre el sistema límbico y las áreas de lenguaje del neocortex, por lo
que el estado emocional solo podía ser expresado a través de la interocepción visceral. Mc Lean postuló un modelo neuroanatómico que establecía la existencia de una desconexión interhemisférica que impedía la regulación entre el sistema límbico y el neocórtex, con lo cual las emociones no eran bien traducidas simbólicamente a palabras[1].

En 1963 Marty y M'Uzan reportaron las mismas observaciones en pacientes psicosomáticos e introdujeron el concepto de “pensamiento operatorio” para designar un tipo de funcionamiento psíquico común, que distingue un pensamiento que no parece poseer un correlato neurovegetativo con la actividad simbólica, que duplica y ejemplifica la acción, ya sea que preceda o la siga en un campo temporal limitado. Es decir, predomina la capacidad de los sujetos para describir acciones como forma de compensar la capacidad limitada para integrarlas dentro de alguna connotación afectiva. Paralelamente un grupo de psicoanalistas franceses reportan que el pensamiento operatorio se asocia a una incapacidad para expresar fantasías en pacientes psicosomáticos. Psicodinámicamente coinciden en señalar que el origen del pensamiento operatorio se encuentra en las vicisitudes evolutivas de la etapa preverbal, pero más específicamente, en la diada madre-hijo. El bebé incapaz de verbalizar y de organizar sus experiencias emocionales es, por su propia inmadurez, alexitímico; y necesita de otra persona que le dirija sus estados emocionales.

Desde 1968 y hasta 1970, los psicoanalistas Nemiah y Sifneos del Beth Israel Hospital de Boston en colaboración examinan pacientes que manifiestan más de dos síntomas considerados psicosomáticos. Ambos autores reportan que estos pacientes presentan una marcada dificultad para expresar emociones y conflictos verbalmente, coartación de la fantasía y dificultad para acceder a procesos de simbolización, motivo por el cual el abordaje psicoanalítico fracasa. Además describen una tendencia a canalizar las tensiones a través de sintomatología neurovegetativa[2]. Nemiah y Sifneos analizaron empíricamente las conceptualizaciones teóricas formuladas hasta ese momento. Empleando como técnica el análisis de entrevistas realizadas a pacientes psicosomáticos, estudiaron los contenidos asociativos y el relato de los sueños. Observaron que el uso de los símbolos en estos pacientes es limitado y que están ausentes los pensamientos relacionados con los sentimientos, deseos o impulsos. Por ejemplo citan a un paciente que afirma: “¿Cómo puedo yo saber si deseo o no a esa chica? Lo único que sé es que tengo erecciones cuando estoy con ella”. Cuando se le pide que asocie esos elementos, es incapaz de hacerlo; se le insiste, pero entonces complace al terapeuta proporcionando más detalles factuales, desligados sin embargo de experiencias internas en la dimensión metafórica y/o metonímica. Comenta al respecto Sifneos:

“Los pacientes que sufren trastornos psicosomáticos, a quienes tuve la oportunidad de entrevistar durante muchos años muestran una marcada dificultad para comunicarse con su entrevistador, trasmiten la impresión general de ser apagados y utilizan las acciones para evitar los conflictos o situaciones de frustración. Además de una relativa constricción en el funcionamiento emocional, su más notable característica es la incapacidad para encontrar las palabras apropiadas para describir sus sentimientos”.  

Peter Sifneos se traslada al Massachussets General Hospital y en base a las investigaciones previas no duda en presentar al alexitímico como la “personalidad de nuestro tiempo”, indicando que el conjunto de las características que definen la alexitimia corresponde “al perfil social corriente entre los individuos”. Para enfrentar dicho fenómeno, desde 1973 imprime el constructo teórico de alexitimia que etimológicamente se compone del prefijo a que significa sin, lexis palabra y thymos emoción, es decir “sin palabras para los afectos”; para englobar la constelación de factores cognitivo – afectivos propios del estilo comunicativo de pacientes psicosomáticos en la consulta. Aunque este actor no crea un concepto nuevo, pues tales características habían sido señaladas anteriormente, es él quien organiza en una entidad conceptual las observaciones clínicas y fenomenológicas descritas en los pacientes psicosomáticos.

Inicialmente considera la Alexitimia como un síndrome clínico conformado por la imposibilidad de identificar el componente afectivo del dominio cognitivo, esto da como resultado la incapacidad de enunciar emociones verbalmente.

Posteriormente en 1975 amplia las observaciones al respecto y propone la alexitimia como un trastorno específico en el procesamiento emocional, que se manifiesta por una marcada dificultad para identificar y comunicar sentimientos verbalmente, distinguir los afectos de componentes somáticos que acompañan la activación emocional y sostiene que a nivel cognitivo, los sujetos con alexitimia se caracterizan por un patrón de pensamiento orientado a lo externo y una acentuada constricción en los procesos simbólicos, poca o nula fantasía y déficit de la capacidad imaginativa por lo que prefieren ocuparse de eventos externos más que de experiencias internas. Impresionan con alto grado de conformismo social, que se puede confundir con “normalidad”, pero que es un comportamiento rígido sujeto a reglas convencionales. Suelen expresar conductas impulsivas, ya que manifiestan sus conflictos a través de acciones irreflexivas, sin que el propio sujeto las relacione con emociones subyacentes. Tienden a establecer relaciones interpersonales estereotipadas, ya sea de dependencia o aislamiento.

En una tercera definición del constructo, Sifneos define la alexitimia como un rasgo de personalidad que se caracteriza por la dificultad de diferenciar el componente emocional de los afectos del componente somático; alteración relacionada a un patrón de pensamiento enfocado a aspectos concretos y objetivos de la realidad externa, que no inciden la experiencia psicológica y afectan la experiencia interpersonal.

Para sortear esta triple orientación, Sifneos clasifica la Alexitimia a partir de su etiología en: primaria y secundaria.

Respecto a la Alexitimia primaria, su origen es predominantemente hereditario y se caracteriza por variaciones estructurales neuroanatómicas y neuroquímicas que interrumpen la comunicación entre el sistema límbico y el neocórtex, lo que provoca una disfunción entre la comunicación del hemisferio izquierdo y el derecho. Sifneos consideraba, en base a los estudios neuroanatómicos de Papez, que el hemisferio izquierdo se encargaba de la producción y expresión del lenguaje articulado mientras el derecho modulaba las emociones y facilitaba los aspectos prosódicos de entonación, coloratura, ritmo y melodía del lenguaje, así como la integración las funciones visoespaciales y el reconocimiento de los semblantes. De este modo, Sifneos caracteriza la alexitimia primaria como un trastorno específico. La alexitimia secundaria se debe a eventos traumáticos en períodos críticos del desarrollo o traumas fuertes en la edad adulta[3]. En consonancia para Fisch y Krystal, la alexitimia secundaria puede presentarse en sujetos víctimas de situaciones vitales traumáticas (violación, maltrato infantil, familias disfuncionales) en forma concomitante a la distimia provocando así un “enmascaramiento” de la misma a través de síntomas somáticos. Tomando en cuenta lo anterior, Sifneos caracteriza la alexitimia secundaria como síndrome comórbido a otros trastornos o como rasgo estable de la personalidad. Mientras que Freyberger en base a los planteamientos previos, sintetiza los factores que se pudieron reproducir en los estudios clásicos sobre alexitimia. Él plantea una corriente etiológica que se centra entre teorías neuroanatómicas y psicosociológicas; modifica los conceptos de alexitimia primaria y secundaria, considerando la primaria como genética y neurofisiológica, irreversible y sólo tratable con fármacos; y la secundaria de carácter psicológico, y achacable a desórdenes en la dinámica temprana de las relaciones madre-hijo o a situaciones traumáticas, siendo factible la terapia psicológica.

Marty y M’Uzan y Nemiah y Sifneos[4] propusieron inicialmente un modelo de déficit, considerando que la inhabilidad de los alexitímicos para contactar con sus sentimientos no se debía tanto al resultado de resistencias, sino que tendría que ver con un déficit en la capacidad de simbolización. Esta idea ha sido impulsada por la escuela psicosomática de París. Según Marty, cuando se establecen fallas importantes en la construcción de las representaciones de palabras unidas a los valores afectivos, el niño únicamente puede conseguir un adiestramiento primario en la capacidad de simbolización. Dicha capacidad, base para el desarrollo de la fantasía, aparece deficitaria en el alexitímico. Kleinberg, Krystal, Kooiman y cols señalan, como ya lo hiciera Mc. Dougall, la importante relación existente entre mecanismos de defensa primitivos y características alexitímicas. Indicando que el estilo defensivo de estos sujetos es inmaduro y que su origen podría estar en ciertos desajustes en la relación madre-bebé. Sin embargo, como indican Kooiman, es difícil contrastar estas hipótesis etiológicas.

Como puede observarse hasta este punto de la evolución histórica del constructo, la alexitimia tiene como factor central un problema de la función simbólica, es decir la incapacidad para expresar la dimensión inconsciente en palabras, ensueños y fantasías. Por estas características, es solamente a través de la somatización que el sujeto (d)enuncia y puede dejar aparecer su estado emocional.

Desde la piedra angular que coloca Mc Lean, se reconoce así, clínicamente, la existencia de un vínculo entre la dificultad para hablar sobre de las emociones propias, la pobreza del imaginario, el acto como sustituto de la palabra y la enfermedad en general. Lo que promueve que finalmente la medicina acabe por conceder a la dimensión simbólica tanta importancia como a la dimensión biológica. En lugar de colocarse técnicamente sobre el reconocimiento de las sensaciones para “ayudar” a la gente a “familiarizarse” con sus propias emociones, convendría quizá “ayudarles” a descubrir el alimento simbólico del que tienen necesidad; lo que subraya, la necesidad inaplazable de que la clínica integre aportes que procedan de hemisferios teóricos que habitualmente no se comunican entre sí.



[1] COHEN KR, DEMERS-DESROSIERS LA, CATCHLOVE RFH: Rhe SAT9: A Quantitative Scoring System for the AT-9 Test as a measure of symbolic function central to alexithymic presentation. Psychotherapy and Psychosomatics, 39(1): 77-88, 1983.
[2] FAVA GA, FREYBERGER HJ, BECH P, CHRISTODOULOU G, SENSKY T, THEORELL T, WISE TN: Diagnostic criteria for use in psychosomatic research. Psychotherapy and Psychosomatics, 63(1): 1-8, 1995.
[3] MARTIN, J. B., Y PIHL, R. O: The relevance of alexithymia for research on stress and stress-related disorders. En Humphrey, J.H. (Ed.), Human Stress, current selected research (pp. 99-111), AMS Press, Inc., New York, 1986.
[4] COSTAPT, MCCRAE RR, DYE DA: Facet scales for Agreableness and Conscientiousness: A revisión of the NEO Personality Inventory. Personality and Individual Differences, 12: 887-98, 1991.

1 comentario :

Andrea dijo...

Hola Dr. Aranday! qué curioso que llevo un par de días pensando en algo y justo veo una entrada tuya sobre alexitimia. Verás, cuando estuve muy deprimida quería soluciones y buscaba nombres de síntomas o enfermedades en internet, y alguna vez llegué a la famosa alexitimia y me hizo mucho sentido porque la única palabra que usaba para decir cómo me sentía, era "triste", sin distinguir entre enojo, frustración, odio, cansancio o efectivamente, tristeza, y entonces lo que hacía para poder distinguirlo, era poner música que me provocara esas sensaciones, música que me hiciera cantar/gritar/aullar para cuando estaba enojada, música que me hiciera llorar cuando estaba triste, o música con muchas percusiones para golpeando y siguiendo el ritmo, sacar de alguna manera la frustración.
La música me encanta y en este contexto, me sirvió mucho para sacar y poder entender cómo me sentía, pues si no sabía qué palabra definía lo que sentía, podía recordar que con cierto tipo de música me podía sentir mejor, entonces encontraba similitudes y fue así (y con mucho psicoanálisis, claro) que pude ponerle palabras a lo que sentía, y bueno, no es casualidad que ahora esté estudiando composición, me interesa poder componer cosas que se vinculen a ciertas emociones de manera específica y así poder provocar cosas o, como conmigo, ayudar a gente a que sintiendo "eso" que ni sabe cómo se llama, al menos lo pueda reconocer en ciertas canciones.

Te mando muchos saludos Dr. Aranday!

Andrea