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jueves, 11 de noviembre de 2010

A Woman to left lonely. Parte 3.




Dedicado a Guillermo Mondragón y a Félix Aranday López

She should have stood out in the crowd
She should have made her mother proud
She should have fallen on her stance
She should have had another chance
She should have been a son
Nirvana



Nina. Sesión 1. “El viento soplaba helado entre la inmensidad de los volcanes. Todo se mantenía imperturbable como hace dos años. El agua de la laguna estaba apacible, plateada, como si la luna se hubiese sumergido en ella. El paisaje del bosque era majestuoso sin embargo la soledad era profunda como el sheol. Ella se sentó en una roca tras dos años de librar cruentas batallas. Lloró. Comprendió que su padre había muerto”.

Janis. Sesión 2. “Entré y tomé asiento en el sillón situado frente a la gran ventana que solo refleja mi estado -ojala no lo hiciera-. Preferiría estar recostada como en aquellas peliculas de Hollywood pero ¿Qué vas a decir? ¡No!, es mejor no hacerlo, no ahora. Después de unos segundos cerraste la puerta y comenzó el interrogatorio… ¿Cómo es posible que dos semanas antes no te importaba nada e intentaste suicidarte y ahora te importe tanto una tú desempeño escolar? Porque si voy a hacer las cosas las voy a hacer bien si no mejor no las hago, pero -de nuevo un pero- podría darte mil explicaciones y ni aún así me creerías ninguna y no es que prefiera mentirte simplemente todo lo dicho es verdad… Y luego la pregunta menos adecuada ¿Platicaste con tu padre mientras venían para el consultorio? NO,
no me gusta platicar con él, nunca he tenido una buena conversación, soy callada y dijiste - ¡Pero hablas hasta por los codos! - eso sí es totalmente falso porque soy de pocas palabras, sólo con quien hay mucha confianza como pasa contigo es cuando no paro, y cuando lo hago, hasta los silencios los disfruto porque aun así estamos conectados… después tocaron la puerta y me diste una receta con los cambios en las dosis de las drogas que me mantienen aquí…”

En clase con mis alumnos uno de ellos preguntó al respecto de la transferencia y la contratransferencia. La respuesta fue clara, el acto psicoterapéutico es un acto humano ante todo. Se generan en ambas partes afectos de lo que se ve y se escucha. Entre el paciente y el terapeuta se aclaran los contenidos de la experiencia interna y en conjunto se busca reconstruirla ó deconstuirla. Si se tiene en cuenta que el paciente establece una relación con él mismo, y también con objetos que no forman parte de él, el terapeuta actúa como crisol a través de su propia experiencia humana, función que parte del Yo (soy). Días después revisando un caso de una terapeuta que me pedía consejo le dije “recuerda que está situación la viviste con tú hermano cuando eran pequeños por lo que tu relación con el paciente se alinea en ese sentido….”.

Cuando hice conciente la frase “recuerda que esta situación la viviste con….” evoqué que este año estuvo (ó está) a punto de morir mi padre. El es Contador Público de profesión, Capellán Hospitalario de la Iglesia Bautista por convicción. Hombre íntegro, recto, mesurado y frío. Durante mi vida a partir de su voz establecí y mantuve los estándares morales, trace mi objetivo y me dirigí a la meta como un kamikaze “sólo hay un tiro y no tienes oportunidad de fallar” suele decir. Él y Yo nos diferenciamos en algo: mi Padre es un hombre disciplinado que asume las cosas como son. Yo cuestiono, busco el desafío y requiero del reto constante. Cuando nuestros criterios se intersecan el soporte y la cercanía son profundas y me facilita la ejecución de decisiones firmes. Sin embargo cuando nuestras posiciones son encontradas los estallidos y el rechazo es palpable, el razonamiento se atrinchera y en las divergencias encontramos múltiples aristas.

Cuando mi padre estaba en terapia intensiva me quebré y no pude recordar que él haya dicho nada bueno de mí. Toda mi vida he querido oírle decir al hombre que esta orgulloso de quien soy y de todo lo que he logrado. Entiendo que en la confrontación me muestra su amor. Sé que a él le resulta difícil hablar de sus sentimientos. Sentado en la sala de espera de terapia intensiva comprendía que él pensaba que su forma de hacer las cosas era la correcta para que yo fuera mejor y que a través de ello me mostraba su amor incondicional. Pero en mi corazón, me sentía tan decepcionado. Sí esa noche moría - ¿Le habría sido tan difícil decirme sólo una vez que estaba orgulloso de mí? ¡Y sí muere nunca lo oiré!.

Partiendo de la voz de Nina, Janis y mi propia voz entiendo que los seres humanos necesitamos saber que le importamos al mundo, que el mundo nos toma en serio. La necesidad de sentirse importante lleva a la gente a dar un valor desmesurado a símbolos como trayectoria escolar y profesional, propiedades, ropa y viajes en primera clase, el reconocimiento de nuestra labor y el significado que implica nuestro compromiso. Nos da inmensa satisfacción que alguien importante nos reconozca y nos duele que alguien al que consideramos cercano pase a nuestro lado sin notarnos ó que nos llame a través del “eres hijo de….” ó por el nombre de nuestro hermano. La necesidad de saber que importamos motiva y mismo tiempo necesitamos tener la seguridad de que somos buenos.

Janis es una universitaria brillante que entrega un trabajo y quiere que el profesor lo lea con detenimiento y objetividad porque ella creé que ha trabajado mucho para que salga bien. Deposita su Yo en ese proyecto y la actitud ausente de su padre le hace sentir ante los profesores una gran decepción, tal como: “Está bien. De todos modos no esperaba mucho de ti”.

Hace muchos años, Erich Fromm escribió un libro titulado El arte de amar, en el cual hacía una distinción entre lo que él llamaba “amor materno” y “amor paterno” (destacando que las personas son capaces de ambos tipos de amor cualesquiera que sea su género). El amor materno dice: tú eres hueso de mis huesos y carne de mi carne y siempre te amaré a pesar de todo. Nada de lo que hagas ó no logres hacer conseguirá que deje de amarte. El amor paterno dice: te amaré si te ganas mi amor y respeto, si obtienes buenas notas, si integras el equipo, si ingresas en una buena universidad, si ganas un buen salario.

Fromm insiste en que cada uno de nosotros necesita experimentar ambos tipos de amor. A primera vista puede parecer que el amor materno es bueno, cálido e incondicional, y el amor de padre, duro y condicionado (sólo te amaré si…). Pero tal como me enseño Nina y Janis, a veces queremos oír el mensaje paterno de que somos amados porque nos lo merecemos y no sólo porque la otra persona es generosa y tolerante.

No puedo precisar cuántos hombres y mujeres a los que he tratado han pasado toda su vida adulta sintiéndose de algún modo incompletos e inseguros de lo que valían porque nunca oyeron a sus padres decir: eres bueno y te amo por eso. Hoy me asumo como un ser incompleto que se vincula a través de esa debilidad con otras personas incompletas.







La ilustración pertenece a
Ritsuka Okazaki (Ritsu)


REFERENCIAS
1. CAMUS, ALBERT, EL MITO DE SÍSIFO.
Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2008, pp. 98, 99, 112, 113. 
2. KUSHNER, HAROLD, DAR SENTIDO A LA VIDA.
1ª. Ed. Buenos Aires: Emecé, 2002, pp. 15-20.



2 comentarios :

alas30 dijo...

claro y transparente... gracias por el texto

Aura dijo...

Te reconozco y el reconocimiento de tu vulnerabilidad te hace grande. Un abrazo!