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jueves, 11 de noviembre de 2010

Shopping



“Last nite she said 
Oh baby I feel so down 
She could turn me off
When I feel left out
So I turned round
Oh little girl I don't care no more
I know it's for sure
I'm walking out that door, yeah”

The Strokes

Dedicado a Rocío y sus tiburones




Como te estaba diciendo, el otro día estaba yo dedicado a una de mis actividades favoritas – Shopping- y me vino a la cabeza toda una metáfora.


Ya me dolían los pies, y seguía yo dando vueltas en la zapatería. Hay una boda a las 8. Todo el mundo va a estar ahí, mis mejores amigos, en sus mejores galas. Las bodas son muy raras, eventos extraños donde puedes ver a mucha gene junta, a gente que no has visto en años, a mucha gente que no conoces, todos muy elegantes, en una fiesta muchas veces decadente donde a veces no te da tiempo ni de felicitar a los novios. Esta es una boda AAA. No tanto como la boda de Carlos Slim, pero si una boda de ricos, en la Hacienda de los Morales, donde ves muchas joyas, vestidos de diseñadores, todos sacan el Rolex, las cigarreras, los gadgets que normalmente tienes muy guardados y muy escondidos. Es una gran ocasión. Donde se pueden sacar los abrigos de mink,  zorro, chinchilla, marta o ya de perdida astracán, quien los tenga, los puede sacar ahora que el fur ha vuelto y en una ocasión como esta, nadie puede mirar feo o ser ambientalista.

Para estas bodas, todo mundo se prepara comparnado con anticipación lo que haga falta para tal ocasión. Como la cosa es de gala, pues puedes pensar en unos calcetines largos, una camisa nueva, unos tirantes o una faja que no hagan ver tu smoking suit pasado de moda. Los más elegantes pensarán en pañuelos muy finos nuevos, para secarse el sudor cuando haga falta y para darle un toque al saco. Así le das un levantón. O si en el último baile de “gala” le diste en la madre a tus zapatos de ante o charol, pues puedes buscar un par nuevo. Las mujeres pueden pensar claro en un vestido, un top nuevo que brille mucho, algo de diseñador que las haga ver actualizadas, un collar muy grande, que brille mucho o una tela muy sugerente y fina que levante todo lo demás. Un brassiere? “Me ayudas a subirme el sierre? Mi vestido es de – agregar el nombre del diseñador favorito- pero de hace ya varias colecciones” Una bolsa?  A veces lo que hace falta es una linda bolsa de noche donde puedas guardar llaves, lipstick y condones, o polvo para ocultar imperfecciones o para darte un levantón cuando la fiesta empiece a decaer. Sobre todo cuando las mujeres no tienen a su disposición la enorme colección de bolsas de su mamá y se dirigen al Palacio de Hierro más cercano para comprar eso que les falta para la gran ocasión. “Me pasas el brandy? Es el de las grandes ocasiones”.

Yo estoy atrasadísimo. Como siempre en viernes, todo el mundo me agarró en la puerta de la oficina y me entretuve mucho más de lo que hubiera creído. El tráfico imposible. La plaza comercial llena, sin lugar para estacionarse. No tengo ni idea de lo que vine a buscar. Me paseo por todo el departamento de caballeros, con el impulso voraz de quien quiere llenar un vacío y no sabe cómo. Y si me compro unos zapatos? Mejor una camisa? Y si mejor me compro un saco? Pero y el tux? Mira que saco tan padre, me lo puedo comprar para el bautizo de la semana que entra…hijóle pero ahorita solo voy a perder el tiempo…ya sé. Me compro unos tirantes…aquí encontraré?? Y así, voy por los pasillos, viendo toda la mercancía…sin tener ni idea qué quiero comprar o qué necesito. El tiempo corre…Y qué se pondrá fulana? Ella siempre tan elegante. Y mi amiga perengana viene o no? Ya no me dijo…La que seguro no falta es sutana, con ese marido que tiene tan “sope sin salsa”. Lo que sé es que estoy en la misma mesa que mi amiga. Eso me tranquiliza, aunque dejar el asiento vacío de “mi pareja” como siempre, me deja medio mal parado. Como me dijo el hermano de mi amigo, ya bastante pedo en una fiesta, y antes de darme un beso en el cachete, con mucho cariño “A la próxima ya tráete a alguien no? A quien sea” Infeliz. Como su mujer es alcohólica, se aburre. Y así, pensando tontería y media me sigo entreteniendo, dando vueltas, cargando mi bolsa que pesa como una piedra, y viendo zapatos, camisas, sacos, pullovers, corbatas, trajes, sobreros, guantes, sombrillas, pañuelos, calcetines, cinturones, carteras, botas, chamarras, bufandas – ya viene el invierno- y demás cosas que en lugar de clarificarme lo que quiero, me dejan más confundido. Y ni hablar de los precios…hace mucho que obtener todo con el poder de mi firma dejó de ser divertido. Libera el potencial. La vida es ahora. Si yo no me consiento, quien? Sólo compro hoy sin pena y ya. Y luego llega el fin de mes y hasta me tiemblan las manos. Sigo pensando pendejadas y el reloj sigue corriendo. “ Aquí sí puro abolengo. Ves a las bodas que yo te invito?”


De repente, vuelve a mi cabeza la imagen de la fiesta. Saludar a todo el mundo, ponerte al día en los últimos chismes, “Te supiste lo de la comida en Cuernavaca? No sabes cómo salió el pobre, y deja tú cómo, CON QUIÉN””No sabes lo bien que les ha ido, el mes que viene ya se cambian a las Lomas””ahora sí me va muy bien en la chamba. Ya me tocaba””Hubieras visto TODO lo que le heredaron, cuando me contó, me dio envidia de la buena”  Puro éxito y cosas bonitas. Todos somos triunfadores. Nadie tiene espacio para la depresión, la pobreza o la enfermedad, menos para la soledad, es una fiesta, por Dios. Ni que decir de ensayar la mejor respuesta para la inefable pregunta “ y que has hecho?” Tendré que platicar de mi siguiente viaje de chamba a Brasil – que odio- del último galán que se me acercó, eso sí a los de confianza, tampoco es que seamos una sociedad taan abierta.  Mucho alcohol, una cena muy rica en varios tiempos, puros, muchos cigarros – las leyes son para los pobres, como dice mi amigo el millonario-  y mucha champaña, de la buena, claro. “Donde hay burbujas de champaña está Dios” Como dijera una de mis amigas más alcohólicas.

Sigo dando vueltas y vueltas ahora ya por departamentos como Cocina y hogar, o Muebles. Platería y vajillas. Ya son las 8 y media. Y si sólo voy al banquete, así me da tiempo de irme a cambiar. Carajo, no tengo nada que ponerme, ni siquiera me rasuré, que atrasado estoy. De  repente se me acerca un empleado muy moreno y con demasiado gel en el pelo. “Buscaba algo en especial? Tenemos meses sin intereses” Lo que antes era música para mis oídos, ahora no me distrae de pensar que ojalá supiera lo que estoy buscando. Ni le contesto y me dirijo al área donde está todo lo de Navidad. Mi celular esta sonando en mi bolsa, por lo que no lo oigo. Es mi amiga que quiere preguntarme donde se estaciona en la iglesia. Y mira que sí me daban ganas de bailar. Pero sin que pueda evitarlo, me viene a la cabeza el pensamiento. Y si mejor no voy? A esto le siguen las miles de justificaciones. Estoy muy cansado. Ya es tan tarde, que no llego. “Le tramitamos su tarjeta Palacio?”  Ni conozco tan bien a los novios. Mejor llego al baile. Ni hambre tengo. Y si mejor me compro una película, un bote de helado y la champaña para descansar en mi casa? Total, otra boda como tantas, mejor voy a buscar la Mesa de Regalos y así por lo menos no quedo mal. A mi amiga le digo que de plano no me desocupé. Ni cuanta se va a dar, menos ahora que va con su galán nuevo.

Que horror, no es la primera vez que me pasa. Sigo dando vueltas y vueltas sin decidirme por nada. Ni quedarme a comprar ni irme a cambiar para ir a la boda.

Dar vueltas y vueltas, indeciso, mirando todo lo maravilloso que me rodea, y yo sin atreverme a decidirme por nada, a quedarme con nada. Lo mismo me pasa con los amigos, con los novios, con las oportunidades de trabajo.

Frente a un árbol de Navidad es-pec-ta-cu-lar, imposible, rojo, con muchas luces, adornos de cristal cortado, esferas enormes de vidrio soplado, otras que tienen muchos adornos estilo ruso como huevos de Fabergé, plumas, y demás, entiendo por fin. La fiesta es la vida. La fiesta es para los protagonistas. Yo, como en la vida, no me decido por nada, por estar distraído con todo, y por no saber elegir. Ahora ni siquiera voy a la fiesta, como no voy a la vida. Como no sé vivir. Por poco me desespero. No sé ni siquiera a dónde dirigir mis pasos. Noto que empiezan a apagar las luces. Están a punto de cerrar. Qué temprano cierran ahora las tiendas. “Le presento Diamonds, el nuevo perfume de Armani”. Diamonds. Casi oigo en mi cabeza la canción de Shirley Bassey: “diamonds are forever, they are all I need to please me…I dont need love… I don’t fear they might desert me…” Entonces ya nada me parece tan grave. El nudo que sentí en la garganta, los ojos que se me nublaron hace un minuto mientras bajaba por la ecalera eléctrica, se me olvidan. Me compro una loción, una crema de contorno de ojos, una mascarilla exfoliante, un gel limpiador, una crema reafirmante, una loción astringente, un desodorante, y un lipstick para evitar la resequedad en la época de frío. Ah y un aftershave. Con mi compra me regalan una bolsita para toilettries, y muestras. Muy útil. Ni me fijo en el voucher que firmo. Me despido de la vendedora con cara de triunfador y salgo de la tienda por una puerta pequeñita resguardada por un policía, ya bajaron la cortina grande.

Me dirijo a mi coche en medio de un estacionamiento desértico. Aún sin saber si voy a la fiesta o no. Alguien en mi cabeza me pregunta “ Vas a ir?” Y como si alguien me escuchara digo en voz baja “Un pasito a la vez. En cuanto deje todo esto en la cajuela y me suba al coche, voy a ver qué hago”. 


Autor.  F.  Saldivar



La Ilustración pertenece a la colección de LeLarve:

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Precio: $15, 000 MN más gastos de envío

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