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lunes, 26 de diciembre de 2011

Divorcio. Parte 7: Amor eterno y otros cuentos de hadas. Celos.




Oh how strong can you be
With matters of the heart?
Life is much too short
To while away with tears
If only you could see just what you do to me
Oh jealousy you tripped me up
Jealousy you brought me down
You bring me sorrow you cause me pain
Jealousy when will you let go?
Jealousy - Queen[1]

La explosión demográfica, la depredación de los recursos naturales y la globalización del capitalismo ultrasalvaje construyen sociedades altamente agresivas. La competencia es la norma y el único medio es acceder al fin. Los métodos de contención social se han sublimado hasta ser casi imperceptibles y muchos otros se han encarnizado hasta ser propios de una guerra civil.

La base de la pirámide social se amplió brutalmente y la punta se agudizó. Las oportunidades son pocas, las opciones son confusas y los que pretenden acceder a ellas son demasiados. Ante este panorama tan caótico, William McLoughin observa la deshumanización del individuo, la enajenación del sentido personal ante la carencia de satisfactores internos perdurables. El “stabhisment” ya no dicta consignas morales o éticas genera
necesidades y diseña satisfactores con fecha de caducidad próxima. Los medios masivos de comunicación enarbolan la bandera - “nunca es suficiente, se aproxima el lanzamiento de la siguiente versión pronto quedarás atrasado” – esta marea acrecienta y ahonda la sensación de vacío interno. El Ser Humano se concibe vacío, incompleto y acceder a las actualizaciones se convierte en privilegio de clase. Condicionan al individuo a incrementar sus capacidad adquisitiva en sacrificio de su calidad de vida, lo empuja a la voracidad y lo impronta con tal brutalidad para que alberge y recree (re)sentimientos de superioridad y una intensa preocupación egoísta.

Una vez rebasada la barrera del tener se enajena el sentido de “parecer”. Es común escuchar que las personas se sientan francamente angustiadas y manifiesten sentimientos de frustración al respecto de: su talla, peso, color de piel y cabello; la forma de vestir, la marca de ropa y accesorios; los modismos, el tono y el volumen que emplean al hablar; el automóvil que manejan (o que creen que deberían manejar), el metal que representa su tarjeta de crédito etc.

Tener y Parecer, con ambos elementos se genera el estereotipo narcisista. En gran medida las generaciones gestadas en los últimos 30 años se caracterizan por su falta de empatía y ausencia de compromiso por causas sociales. Cada uno construye su sistema de reglas éticas y morales a su conveniencia y bajo la interpretación descontextualizada que le permita embonar el rompecabezas. La construcción vincular de una pareja inicia puramente por la vivencia de una sexualidad efímera. Es mucho más sencillo compartir los genitales que comunicarse o generar proyectos a largo plazo. La indiferencia por el mundo externo es la regla y solo se suma en colectividad ante desastres naturales, "obras de caridad" que salgan en la página de sociales, los tres pesos de limosna "al pobrecito", la defensa de los derechos a los animales y los beneficios clientelares partidistas.

Este fenómeno nos obliga a considerar al narcisismo no como un trastorno de personalidad sino como fenómeno adaptativo ante las crisis constantes, la indiferencia institucional y la desesperanza citadina. Esta hipótesis surge a raíz de los resultados obtenidos a través de la Entrevista Semiestructurada que Evalúa el Funcionamiento Sintético de la Pareja [2]. La mayoría de los participantes reconocieron que su relación es disfuncional y que cumple con el 43.2% de su expectativa de satisfacción. El 87.3% contestó que los celos son una constante fuente de frustración, por ello aproveché la introducción de este texto para mostrar la perspectiva social y desde ese punto analizar a la pareja narcisista y la expresión de los celos.

A este respecto, durante el psicodesarrollo, según la escuela psicoanalítica, cuando los varones tienen alrededor de los 4 y 6 años de edad, realizan una serie de esfuerzos con el único objetivo de monopolizar toda la atención, todas las muestras de afecto de la madre: gestos de cariño o aprobación; caricias; mimos; muestras de afirmación, aprecio o pertenencia. En determinadas circunstancias los niños de esta edad manifestarán conductas agresivas ante la necesidad frustrada de atención de la madre y esta se exacerbará cuando ella atienda las demandas de los hermanos e incluso hasta del propio padre. Los niños de esta edad observan que entre la madre y el padre existe un tipo especial de relación de la cual están excluidos y aspiran formar parte; así que desplegarán una serie de conductas con tal de entorpecer o debilitar esa relación para ser el centro de atención de la madre. A las niñas les ocurre lo mismo al respecto de la atención del padre. A este fenómeno se le conoce como narcisismo primario; cuando esta necesidad predomina a lo largo del desarrollo del individuo genera en el una necesidad imperiosa de competir en relaciones triangulare: interviene en relaciones establecidas que envidia; se convierte "en el amante", "el otro(a) permanente; se involucra en relaciones donde el hijo(a) tiene "mamitis" y/o "papitis" etc. Este tipo de relaciones le genera una necesidad de competencia irresuelta que de antemano sabe que va a perder y con ello busca renegar la angustia de ser excluido. Este ciclo los lleva a repetir y repetir relaciones inmaduras e infantiles que incrementan en perversidad y capacidad destructiva.

Los celos, producto de un narcisismo patológico, se refieren a un estilo de relación de pareja, basado en la desconfianza, la traición y la búsqueda de saciar primero las propias necesidades. En este tipo de parejas siempre está presente el temor al abandono, y por ello, la crisis es la regla y la angustia el cristal con el que se interpretan las intenciones mutuas. Esta formación impone a la pareja, la cual es vista como un objeto (“dildo”), una estricta forma de comportamiento, usos y costumbres – ningún esfuerzo es suficiente y la complacencia convierte a la pareja en un profundo hoyo negro -

La pareja narcisista es lo que proyecta. Su estructura es tan débil como una pirámide de cartas. Su capacidad de vincularse afectivamente se encuentra aislada en un laberinto de apariencias (lo que otros creen que son y como creen que deberían actuar). Son incapaces de valorar la calidad de vida, la cual sacrifican por el nivel de vida: "van tras la meta y se olvidan de disfrutar el momento"

El dominio del narcisista radica en la capacidad de administrar el sufrimiento alternándolos a las recompensas afectivas, los intercambios eróticos, la frustración y el deseo de permanencia.

La pareja narcisista emplea los celos como una forma de restricción, similar a la cadena de castigo con la cual se entrena a los perros, esta forma relacional se convierte en un arma de doble filo, pues a través de la asfixia que se inflige al sujeto el par interpreta el valor de sí mismo - se deshumaniza al socavar al otro - su fortaleza se desintegra en medio de una batalla sádico sádica interminable. Es decir, no se trata de ganar, tener la razón, o salirse con la suya, se trata de mantener la agresividad, la frialdad o el abandono emocional hasta que se genere en el otro el mayor daño posible.

El par narcisista no se toca “ni con el pétalo de la autocrítica”, no se detiene a observar el daño generado en el otro. Deposita “todo lo malo y lo corrupto en la forma de ser de su pareja y también todo lo valioso y puro” Paradójicamente, al intuir el vacío interno que lo domina y esa necesidad de seguir vertiendo, el otro constituye lo único que tiene (o lo último que le queda) y no está dispuesto a perderlo. Es decir, la pareja es un medio que no constituye ningún fin sino un vehículo.

El dominio (enajenación) del otro determina que nos pertenece como una extensión de nuestro Ser y de ninguna manera permitiremos que se vaya, que no esté, que crezca o que le pertenezca a otro(a). Los partenaires narcisistas son tan débiles estructuralmente que se necesitan esa explotación y conveniencia mutua para que su falsa autoimagen sobreviva.

En conclusión. Los celos son propios de un narcisismo herido y son actos destructivos tanto para la pareja y para el individuo[3].

Los celos crecen como cáncer invadiendo el vínculo con egoísmo, envidia, hostilidad (violencia de cualquier tipo), la frialdad y la falta de empatía.

Las relaciones narcisistas generan profundos sentimientos de culpa, inseguridad, impotencia, frustración y abandono.

Este egoísmo y envidia que caracteriza a las parejas narcisistas, los imposibilitan para lidiar con el amor, con el triunfo y con el éxito del otro, por el contrario, harán todo lo que esté en sus manos para desvaluarlos y minimizar sus logros a través de mensajes sutiles, vedados y además, con un tono de seducción y burla, que pareciera que no se puede encontrar el punto exacto para identificar el ataque[4].

Agradeceré sus dudas y comentarios al respecto de este texto.




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