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jueves, 20 de enero de 2011

Drogas, hombre y sociedad



"There's a hole in our soul that we fill with dope...."
Marylin Manson

La evolución del hombre en gran medida esta ligada al empleo de drogas, ya sea como una forma de combatir el dolor, la enfermedad, enfrentarse al medioambiente, en ritos religiosos ó con fines lúdicos.  
Las evidencias aparecen desde el neolítico[i] cuando el hombre emplea la fermentación por levaduras de la pulpa de fruta y por ende a los azúcares para generar alcohol etílico. Incluso el Génesis bíblico menciona el cultivo de la vid como uno de los primeros frutos que da la tierra después del diluvio y describe el estado de intoxicación etílica de Noe[ii]. El hombre obtiene el etanol como incentivo energético, explota sus propiedades ansiolíticas y anestésicas[iii]. La presencia de etanol en la fruta madura y fermentada podría indicar una
exposición histórica sostenida de todos los animales frugívoros a este compuesto[iv]. Se han descrito casos en elefantes africanos, vacas asturianas, el cercopiteco verde en las Antillas que espontáneamente utilizan sustancias naturales ricas en alcohol con las que se intoxican[v]. La interacción coevolutiva entre las frutas y los vertebrados que han servido como agentes dispersadores de sus semillas ha sido intensa desde el Mesozoico (unos 80-90 millones de años).

A este respecto las evidencias antropológicas apuntan que el Homo sapiens procede de un linaje de primates predominantemente frugívoros, con dietas basadas en la fruta desde hace al menos 24 millones de años. Dudley hipotetiza que nuestros precursores homínidos fueron expuestos cotidianamente a bajas concentraciones de etanol, lo que dio lugar a adaptaciones fisiológicas y preferencias a lo largo de una escala de tiempo que ha permanecido en los humanos modernos. Una prueba de esa adaptación podría ser la presencia del sistema enzimático necesario para catabolizar el etanol; la primer enzima de la vía metabólica del etanol, la alcohol deshidrogenasa, ha sido rastreada evolutivamente hasta hace 450 millones de años, en los primeros peces óseos[vi].

Las sustancias psicoactivas son ubicuas en la naturaleza y el hombre a lo largo de la evolución, al igual que numerosas especies animales, ha podido estar en contacto con ellas. Sullivan y Hagen[vii] postulan la hipótesis de que los humanos han compartido una relación coevolutiva con sustancias vegetales psicotrópicas a lo largo de millones de años. Las plantas han desarrollado sustancias químicas que mimetizan la estructura de los neurotransmisores de los mamíferos herbívoros y se unen a los receptores de su sistema nervioso como un medio para protegerse de ellos; por ejemplo, los alcaloides del cornezuelo de centeno, opiáceos, nicotina, muscarina, cannabis y Erythroxylum coca. Las sustancias vegetales que mimetizan la función de neurotransmisores son denominadas análogos aleloquímicos de los neurotransmisores. Sullivan y Hagen denominan fenómeno aleloquímico-SNC[viii] a la relación coevolutiva entre plantas y mamíferos. Este fenómeno explicaría, según los autores, la cuestión teleológica de por qué el cerebro contiene receptores para sustancias derivadas de plantas. Las sustancias aleloquímicas que mimetizan los neurotransmisores de los mamíferos son una prueba de una relación profunda en el tiempo entre plantas psicotrópicas y mamíferos.

Por otra parte, los mamíferos han desarrollado muchas adaptaciones fisiológicas y conductuales para vencer las defensas aleloquímicas de las plantas. Entre las que podrían ser denominadas adaptaciones químico-ecológicas la más relevante es el citocromo P-450 y otros sistemas enzimáticos hepáticos, que han evolucionado específicamente con la función de metabolizar aleloquímicos por oxidación, hidrólisis o reducción. Otros ejemplos de adaptaciones fisiológicas químico-ecológicas son el gusto, el olfato y la expulsión directa de toxinas por el vómito.

Asociadas con estas funciones fisiológicas están muchas adaptaciones conductuales tales como:
  • Conductas de inducción de la desintoxicación: la búsqueda e ingestión de tierra, arcilla o carbón para facilitar la eliminación de aleloquímicos es utilizada por humanos, chimpancés, monos, pájaros y otros animales.
  • Prácticas culturales desarrolladas por el Homo sapiens a lo largo de miles de años, de eliminar las sustancias aleloquímicas de plantas usadas como alimento por medio de procesos tales como el calentamiento, lixiviación, secado, fermentación, adsorción y procesamiento físico.
  • Selectividad: sólo unas pocas de las 300000 especies de plantas conocidas son explotadas como alimento y solo una pequeña fracción de los aleloquímicos conocidos son usados por humanos y animales.
Algunos neurotransmisores requieren nutrición exógena para su síntesis. Según la hipótesis de Sullivan y Hagen cuando ocurre un déficit de estos neurotransmisores el animal inicia la búsqueda de sustancias químicas compensatorias en el medio, de forma análoga a lo que ocurre con la homeostasis de la sal, agua, minerales y nutrientes. La búsqueda de sustancias aleloquímicas podría ocurrir en dos situaciones:
  1. En ambientes extremos o altamente cambiantes, los alimentos de alta calidad pueden haber sido periódicamente agotados. En periodos de escasez los análogos vegetales de los neurotransmisores pueden haber sido más fáciles de obtener, transportar y almacenar que los precursores dietéticos de esos neurotransmisores. El objetivo de los primitivos homínidos al consumir análogos aleloquímicos de los neurotransmisores no sería sentirse mejor, sino ahorrar energía.
  2. Adaptaciones sostenidas al estrés deplecionan los neurotransmisores. El estrés es una respuesta adaptativa a contextos ambientales desafiantes que, si es sostenida, puede llevar a conductas desadaptativas, agotamiento y muerte. En el caso de los primeros humanos la explotación de análogos exógenos de los neurotransmisores puede haber prevenido la depleción de neurotransmisores y permitido a los usuarios tolerar prolongados estados de estrés en condiciones adversas.
Una adaptación conductual que ha evolucionado en respuesta a presiones de selección en el pasado también será activada por nuevos fenómenos que deplecionan los neurotransmisores en el presente. Un ejemplo contemporáneo del uso de sustancias en asociación con anormalidades en los neurotransmisores es la “automedicación” por personas con enfermedades mentales como esquizofrenia y depresión. Por otra parte, los animales persiguen aquellas actividades que promueven sentimientos positivos (placer, gozo, satisfacción) porque estas emociones han evolucionado como indicadores de que se está alcanzando algún objetivo biológico que incrementa las probabilidades de transmitir los genes a la descendencia (comer, beber, copular, descansar). Los estímulos ambientales que amenazan la vida evocan por el contrario sentimientos negativos (ansiedad, miedo) que generan a su vez respuestas de evitación[ix].

El abuso de sustancias con fines lúdicos es un fenómeno tan universal en todas las sociedades y culturas a lo largo de la Historia que se puede decir que forma parte de la naturaleza humana. No sorprende el hecho de que haya una constante preocupación cultural por alcanzar estados de placer, ni el hecho de que las personas intenten inducir placer de una gran variedad de modos, a través del sexo, bromas, empatía, reuniones sociales, y fiestas. La naturaleza habitualmente breve de los sentimientos de placer puede proteger a las personas de una reducción prolongada de la vigilancia, que a menudo acompaña al placer. Esta sensación también parece haber coevolucionado con la capacidad de indicar exactamente el propio estado de ánimo a los demás. Dentro de límites, mostrar placer puede hacer a un individuo más atractivo (por ej., “un ganador”) y por consiguiente disminuir los encuentros competitivos.

Cuando se identifica un aspecto universal de la conducta o cognición, la psicología evolucionista nos lleva a preguntarnos por su significado adaptativo: ¿qué ventajas confiere esta conducta o proceso cognitivo para la supervivencia o reproducción? ¿Cómo puede esta conducta o proceso cognitivo haber sido configurado por la selección natural en nuestro medio primitivo? De acuerdo con la teoría la historia vital (life-history) los aspectos biológicos del curso de la vida tienen que ver con las estrategias de reparto de una cantidad finita de esfuerzo entre el crecimiento y desarrollo, la supervivencia, la reproducción actual y la reproducción futura. Estas actividades presentan necesidades competitivas, con costes y beneficios variables a lo largo del ciclo vital. Para cada contexto específico algunos patrones de reparto del esfuerzo son más exitosos que otros en términos de supervivencia y reproducción. Por ejemplo, el reparto del esfuerzo hacia la reproducción versus el crecimiento propio, o cuando se asigna el esfuerzo a producir más descendencia versus asignar más energía a cada uno de los pocos hijos[x].

Una de estas estrategias de reparto del esfuerzo es la evitación versus asunción de riesgos. Llevar a cabo conductas arriesgadas tiene costes y beneficios ahora y en el futuro. Hill y Chow[xi] conciben la asunción de riesgos como arriesgar la supervivencia futura para obtener un beneficio actual. La asunción de riesgos se ha mantenido en el acervo genético de la especie porque ha tenido éxito a lo largo de la evolución en términos de aptitud reproductiva (que se puede definir como la probabilidad de dejar descendientes). En el medio ambiente actual esa tendencia hacia el riesgo se traduce en conductas como el consumo de drogas, la conducción temeraria (competencia por el estatus en carreras de coches), embarazos no deseados en adolescentes (reproducción precoz), adquisición de recursos de alto riesgo (robar), peleas, juego de azar, etc, o por el otro lado como una forma de librar la frustración, evitar el combate o como un medio para tolerar conductas de sumisión. Las circunstancias en las que asumir ó evadir riesgos ha resultado un fenómeno evolutivamente adaptativo coinciden con las características de los drogodependientes actuales. Hill y Chow consideran que factores relacionados con el género, la historia vital y el ambiente están implicados en los patrones individuales de asunción de riesgos.

Lo anterior explicaría que a través de la historia moderna de la humanidad exista un alta prevalencia en el consumo de etanol. Por otra parte la comorbilidad asociada ha constituido un franco problema de salud en la historia de la mayoría de los países. Actualmente el trastorno por dependencia a etanol está catalogado como el tercer problema de salud pública mundial, pues reduce aproximadamente 10 años la expectativa de vida, está asociado a enfermedades hepáticas y a muerte accidental más que cualquier otra sustancia. Así mismo el abuso de etanol es una entidad comórbida con los trastornos depresivos, ansiosos y constituye un factor de riesgo para intento suicida. Según la OMS este fenómeno esta sustentado en que el alcohol es la sustancia psicoactiva con mayor índice de producción y distribución internacional, y el acceso a su consumo se mantiene debido a que es una sustancia relativamente poco regulada, en comparación con el tabaco que día a día su consumo es más restringido y se legisla más al respecto de su restricción[xii]. En este sentido, se ha constatado que el alcohol causa mayor cantidad de trastornos neurocognitivos que ninguna otra droga, toxina ó agente ambiental conocido[xiii].

Una de las primeras hipótesis sobre el consumo de drogas que surgió desde la perspectiva evolucionista es que la búsqueda de ciertas sustancias químicas es una manifestación de una tendencia generalmente adaptativa a repetir conductas que proporcionan placer. En este sentido, intentar explicar por qué los humanos usan drogas sería para Nesse[xiv] como intentar explicar por qué comemos. La diferencia, por supuesto, es que la ingesta de alimento es útil y la selección ha configurado mecanismos cerebrales que regulan la ingesta de alimentos, mientras que no se han desarrollado mecanismos que regulen específicamente la ingesta de drogas.




[i] Neolítico 
[ii] Genesis 9: 20 - 21
[iii] Dudley R. Fermenting fruit and the historical ecology of ethanol ingestion: is alcoholism in modern humans an evolutionary hangover?. Addiction 2002 Apr; 97 (4): 381-388.
[iv] Dudley R. Evolutionary origins of human alcoholism in primate frugirory. Q Rev Biol 2000; 75: 3-15.
[v] Villalain Blanco JD. Historia del tráfico de estupefacientes. En: Máster de prevención y tratamiento de las conductas adictivas. Adeit. Fundació Universitat Empresa. Universitat de Valencia. 2003.
[vi] Chick J. Evolutionary psychobiology: any relevance for therapy? [comment]. Addiction 2002 Apr; 97 (4):473-474
[vii] Sullivan RJ, Hagen EH. Psychotropic substance-seeking: evolutionary pathology or adaptation?. Addiction 2002 Apr; 97 (4): 389-400.
[viii] SNC. Sistema Nervioso Central
[ix] Panksepp J, Knutson B, Burgdorf J. The role of brain emotional systems in addictions: a neuro-evolutionary perspective and new “self-report” animal model. Addiction 2002 Apr; 97 (4):459-469.
[x] Higley JD, Bennett AJ. Central nervous system serotonin and personality as variables contributing to excessive alcohol consumption in no-human primates. Alcohol Alcohol 1999;34(3):402-418.
[xi] Hill EM, Chow K. Life-history theory and risky drinking. Addiction 2002 Apr; 97 (4):401-413.
[xii] Roy, A. DeJong J. “Depression among alcoholic” Relationship to clinical and cerebrospinal fluid variables”. Arch. Gen. Psychiatry 1991; 48: 428 – 429.
[xiii] Charness ME, Simon RP, Greenberg DA. Ethanol and nervous system. N Engl J Med 1989; 321: 44254.
[xiv] Nesse RM. An evolutionary perspective on substance abuse. Ethology and Sociobiology 1994;15: 339-348 





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