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lunes, 2 de diciembre de 2013

Depresión Posparto. Preliminar


Se considera depresión posparto a cualquier episodio depresivo sin sintomatología psicótica que ocurre en la madre durante el primer año, después del nacimiento de su hijo (a). 

Estudios epidemiológicos con muestras puerperales han revelado consistentemente la prevalencia del trastorno depresivo mayor no psicótico en las primeras semanas después del parto en alrededor de un 10%. El inicio de este tipo de depresión se manifiesta más frecuentemente en los primeros tres meses posteriores al parto, en comparación con los siguientes nueve meses. Esto es de suma importancia, ya que se presenta en un momento trascendental en la vida de la mujer, el posparto temprano, que es el periodo en que se establece principalmente la relación materno-infantil. 


Las madres con depresión posparto presentan mayores problemas al alimentar a sus hijos, en la interpretación del llanto y las alteraciones en el sueño que se presentan en éstos, así como más problemas en la relación con sus hijos. 


La naturaleza de la relación en el contexto de la depresión es predictivo del curso del desarrollo cognitivo, emocional y social del niño. Es importante diferenciar la reacción depresiva puerperal de la

depresión posparto. La reacción depresiva puerperal, conocida también como baby blues es común y afecta entre un 30 a 75% de las mujeres que acaban de tener un hijo. Esta forma de cambios de humor en el posparto se debe, principalmente, a la súbita caída hormonal; es de alivio espontáneo y no requiere tratamiento específico, más allá de la educación y el apoyo familiar. 

Los factores obstétricos pueden ser importantes en un subgrupo vulnerable de mujeres. Se ha observado que sólo aquellas mujeres con antecedentes de trastornos depresivos que tuvieron complicaciones en el parto se asociaban con depresión posparto. 


Los eventos estresantes de la vida cotidiana tales como el desempleo, la presencia de conflictos de pareja y la falta de apoyo percibido por la nueva madre de parte de su esposo, familia y amigos, aumentan el riesgo de la presentación de este problema. 


También la irritabilidad del infante y el pobre comportamiento motor desencadenan la patología. La depresión posparto tiene un efecto significativo en la salud del neonato, porque es frecuente que sufra diversas formas de abandono o alejamiento afectivo. 


Algunos de los cambios emocionales son: tristeza, llanto fácil, ansiedad, sensación de estar rebasada, pensamientos obsesivos, enojo, irritabilidad, aislamiento, sentimiento de soledad, culpa, desinterés por las cosas y cansancio, entre otros. 


Los conflictos más comunes con el recién nacido son: dificultad e inseguridad en el rol materno; ambivalencia y rechazo a ser madre, problemas de comunicación con el padre del niño(a) o con su propia madre. Los factores sociales, económicos e interpersonales, y el antecedente de cuadros depresivos previos contribuyen, en buena medida, a la evolución de este padecimiento. 


En los episodios depresivos graves del posparto se deteriora seriamente la actividad social o laboral, hay dificultades para alimentarse, vestirse o mantener un mínimo de higiene personal y sobre todo, el maltrato o descuido al neonato; en algunos casos pensamientos suicidas o de daño al menor.


Los factores de riesgo son: antecedentes de psicopatología y depresión posparto, problemas psicológicos durante el embarazo, bajo soporte social, malas relaciones maritales, estilos de vida muy estresantes y eventos traumáticos recientes. 





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