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sábado, 4 de mayo de 2013

Trastorno de estrés postraumático. Parte 3: Victimas de violencia de género


Se ha destacado por varios autores que la edad de la mujer, la intensidad, la frecuencia y el tiempo exposiciónal maltrato, influencian la percepción y comprensión del trauma. Estos factores son determinantes de la respuesta ante la violencia, los estilos de afrontamiento, la memoria del suceso y la respuesta de los demás hacia la víctima.

Tanto el trauma como la respuesta de la víctima tiene el potencial de interferir el desarrollo y podría influir en la adaptación y el funcionamiento cognitivo, la atención, las habilidades sociales, el estilo de personalidad, el autoconcepto, la autoestima y el control de los impulsos.

Por ello existen grandes diferencias en la presentación clínica en relación a la edad, ya que mujeres agredidas al principio de la adolescencia, presentan
miedos generalizado, alteraciones en la atención, concentración y memoria. La mujeres que son víctimas de violencia de pareja que se encuentran a principio de la edad adulta manifiestan conductas contraagresivas, experimentan mayor intensidad de los síntomas depresivo ansiosos y problemas gastrointestinales como colitis, gastritis y obesidad.

Cuando la violencia es ejercida sobre un menor en la adolescencia los síntomas incluirían trastornos de la alimentación, la identidad y la personalidad (incluido el trastorno múltiple de personalidad), conductas pasivas o agresivas, delincuencia, abuso de sustancias, actos suicidas, hipersexualidad y sentimientos de culpa.

Todos los grupos manifestaron flashback, trastornos del sueño y miedos relacionados con la experiencia traumática.

Existen tres complejos sindromáticos cardinales:
  • Alteraciones cognitivas: circuitos reverberantes que generan evocación reiterada e involuntaria del acontecimiento traumático.
  • Alteraciones sensoperceptuales: Reducción del nivel general de respuesta a estímulos cotidianos.
  • Alteración de los ciclos vitales: Aumento del estado de vigilia y graves trastornos del sueño.

Aggoff y cols. Postulan que uno de los factores de riesgo más graves asociados a la violencia de género es el aislamiento social, el cual en gran medida se deriva de una conducta de acoso del agresor basada en los celos, para evitar el conflicto la víctima evita ver o hablar con familiares, amigos e incluso establecer contactos casuales pues estos dan motivos al agresor para iniciar una andanada de insultos que pueden ir hasta la agresión física. Esta situación genera en la víctima un profundo sentimiento de inseguridad que puede incluso establecer conductas francamente paranoides, pues nunca sabe qué es lo que va a encender la ira del agresor. Lo que le hace vivir en un estado permanentemente de estrés el cual que agrava por eventos de violencia agudos y recurrentes.

En el ámbito de investigación de la violencia contra las mujeres, se ha resaltado que el aislamiento social constituye un factor de riesgo considerable vinculado a la violencia de género. El aislamiento puede favorecer la aparición de la violencia, como también puede contribuir a perpetuarla en el tiempo, cuando la mujer se ve obligada por la misma dinámica de la violencia conyugal a dejar de lado sus relaciones. Esto obedece posiblemente a que la dinámica de relación de la pareja está menos abierta al escrutinio de las personas del entorno. La ruptura de las redes sociales de apoyo dificultan que la víctima comprenda que se encuentra en una dinámica violenta y corre el riesgo de normalizar el maltrato que regularmente se fundamenta en modelos adquiridos de la familia de origen.

Resulta de fundamental importancia contar con la presencia de redes de apoyo que faciliten la ayuda necesaria para salir de este círculo de violencia. En general, las mujeres toleran diferentes formas de violencia durante mucho tiempo y sólo con el transcurso de los años y con ayuda de otros, aprenden a visualizar el maltrato y cuestionan ese modelo aprendido del "hombre que manda".

Las mujeres maltratadas suelen presentar síntomas de un desorden de ansiedad llamado Trastorno de estrés postraumático. Las alteraciones causadas por este desorden pueden resultar en incapacidad para el funcionamiento social y laboral.

Empero, cabe señalar que la sola presencia de redes sociales no siempre resulta una fuente de apoyo. Los datos empíricos revelan que no sólo debe a tenderse al tema de la ausencia o presencia de las redes sociales en relación al fenómeno de la violencia de pareja, sino a la naturaleza y calidad de estos vínculos.

En el ámbito de discusión sobre capital social, es decir, de "aquellos recursos reales o potenciales que provienen de la participación en redes de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo", se ha discutido críticamente en torno a los beneficios que estas aportan, así como también los perjuicios que, como en este caso, se evidencian bajo la forma de un control social que refuerza los roles tradicionales de género. Aquí interesa, en particular, mostrar el tipo de reacción y argumentos que ofrecen las personas del entorno de la mujer ante el fenómeno de la violencia, para dejar en evidencia los aspectos negativos de cierto tipo de vínculos.


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