Compartir

miércoles, 8 de junio de 2011

El paciente profesional



La psicoterapia es una relación humana que tiene como objeto el cambio. El psicoterapeuta es un compañero de viaje cuya función es la de acompañar y “tratar” de acotar el camino. Durante el recorrido se cultiva la escucha, se concilia la mirada, se fortalecen los sentidos, los lazos y la convivencia.

A través de ello se genera un diálogo co- constructivo que busca vencer la inercia hacia la destrucción y la resistencia humana al cambio. El fin último de la psicoterapia, como yo lo entiendo, es la aproximación a la felicidad.

Lo anterior viene a colación en el entendimiento de la Dualidad al respecto de los trastornos psiquiátricos. Por dualidad se entiende la confluencia en un mismo
individuo de una o más condiciones físicas y mentales que despliegan una sintomatología que son en sí mismas causa y efecto.

Es decir, la presencia de ansiedad favorece el consumo de alcohol, lo que altera el metabolismo del colesterol y a su vez incrementa la ansiedad[1] e incluso el riesgo de suicidio[2]. Ello plantea la necesidad de intervenir de forma oportuna y eficiente antes que el efecto deletéreo se instale (hígado graso, incremento en el riesgo de un evento vascular cerebral ó infarto agudo al miocardio, diabetes, hipertensión arterial etc).

En estos casos se ha confirmado que una intervención positivista aislada es insuficiente al igual que una psicoterapéutica ortodoxa. La probabilidad de éxito se triplica cuando la intervención médica se fundamenta en una relación humana dirigida al cambio integral.

En base a lo fundamentado en los dos párrafos anteriores, desde mi perspectiva es fundamental enfrentar la inercia desde el inicio de la relación. Ello permite establecer la plataforma en la que se desarrollarán las intervenciones y el objetivo de las mismas, ya que en la actualidad es un “lujo” que pocos se pueden dar invertir tiempo, dinero y esfuerzo en “psicoanalizar” las razones inconscientes de un hígado graso.

Para ejemplificar lo que significa enfrentar la inercia, transcribo en su totalidad[3], la intervención a la que hago referencia:

“Comienzo diciendo que la consulta de este jueves no fue como esperaba... Un lugar donde te consuelan y se compadecen de ti... Tampoco yo tuve las reacciones acostumbradas, ó mejor dicho, sí las tuve, pero el médico me detuvo en seco y sin temblores de voz...

Explico con un ejemplo lo de las reacciones acostumbradas: Justo comienzo yo con un llanto que, literalmente, se me salió, como si fuera una carcajada incontrolable, y cuando levanto la vista el médico me mira normal, sin lástima...

Tampoco fue igual a mis anteriores sesiones con otros especialistas porque con ellos tuve medicamentos desde la primera sesión sin estudios ni nada... Y me parece que aquí hasta no ver los estudios, será cuando se determine un tratamiento... lo cual me parece muy bien.

De manera general puedo decir que me sentí una perfecta idiota, que la estabilidad, seguridad y determinación de las palabras del médico me dejaron totalmente fuera de lugar, sintiéndome, además de todo, falsa, muy falsa, manipuladora….

Pero lo más cañón del asunto es que no sentí que el médico me tuviera lastima, compasión, etc... Sino que más bien sentí como sí me estuviera pidiendo que dejara de leer mi ensayo y me pusiera a chingarle en lo que me tocaba... De momento esto no me encanto, pero conforme han pasado los días lo he ido razonando y me suena estúpidamente fácil... y estoy empezando, aunque es como si tuviera que correr 50000 km y fuera en el km 1...

Yo siempre en las sesiones con otros médicos había buscado el porqué de todos mis males, siendo que efectivamente como concluimos en sesión, tener un conocimiento directo acerca del porqué no resolvería de manera automática y sin esfuerzos mis problemas...

También me llamo la atención que definitivamente no pude hablar libremente, sino soltar un ensayo de lo que es la depresión en mí, y francamente no sé si eso sea de utilidad, y tampoco había caído en la cuenta de que ya soy una paciente profesional[1]... eso no suena bien, suena a cachirul... Por otro lado, es cierto lo que me dijo en sesión, pero yo no me había dado cuenta: empecé a hablar y hablar sin poner total atención en lo que decía.... y lo peor es que al parecer es algo que hago con mucha frecuencia.

Todo eso me dejo realmente perpleja de momento... y conforme han pasado estos pocos días he pensado mucho en que parte de ese sentido de vivir es también tomar acciones con respecto a las cosas que no me gustan sin esperar que alguien más las venga a resolver por mí, o peor aún, culpando a los demás de todos mis males y/o sufrimientos...

La sesión me dejó literalmente pensando que efectivamente estoy deprimida, pero que no hago cosas para salir de ella... confirmando que me gusta tirarme al piso para que todos los demás me levanten...

No creo que la obesidad sea la causa de todos mis males, sí me molesta muchísimo estar así, pero siempre me había molestado y sin duda había podido vivir con ello... En cambio ahora, siento como si mi mente le estuviera jugando trampas a mi cuerpo, a mi fe, a mi espíritu, a mi alma... y muchos días los siento como desperdiciados, como si se fueran directo al caño... nada que yo haga me llena, divierte, entretiene, genera gusto...

Sin duda necesito quitarme las telarañas de los ojos y tratar de ver de modo más objetivo que estoy haciendo de mi vida... Solo que no siempre tengo ánimo para luchar, porque hay días que desde que amanece, mi mente está llena de cosas muy obscuras y negativas...

Voy bien con el reto Bonafont[2], con muchas vueltas al baño pero bien...”

La conclusión de esta intervención consistió en dejar a un lado la falsa percepción de que el cambio consiste en “luchar y enfrentarse a las cosas obscuras y negativas” lo que en sí mismo no abona a nada en la solución del conflicto cuando muchas veces se inicia bebiendo más agua. Se trata de resignificar las acciones para que se pueda “ser consciente” de que la solución implica un cambio de conductas que en serie establecerán un cambio permanente en la forma en la que interpreta su mundo interno, su mundo externo y el poder que como individuo tiene sobre ellos.


La Ilustración pertenece a la colección de LeLarve:
"SIN TITULO”
Técnica: Gráfica.


[1] PMID: 21257975, PMID: 21112642,
[2] PMID: 20299106
[3] Esta intervención se toma con autorización del involucrado del primer “Diario de Sesión”.



No hay comentarios :